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3/8/12

El clan de los vampiros.


Había una vez una joven doncella en problemas
y un apuesto príncipe dispuesto a ayudarla.
La verdad, se odiaban mutuamente



Jade. Hermosa. La única mujer entre cinco hermanos y la menor. Quizá ese era el problema de que fuese tan obstinada y orgullosa. De que el valeroso poder de la valentía se manifestara sólo en ciertas circunstancias.

Y de cierta forma, pensaba que jamás se presentaría una oportunidad lo bastante acertiva para ser valiente.

El pueblo de Green village era pequeño. Más pequeño de lo que le gustaría, definitivamente, y sus amigos eran contados con los dedos de una sola mano. Odiaba la escuela, odiaba su hogar, odiaba el lugar en el que vivía y sobre todo odiaba a los estúpidos vecinos que ponían música a todo volumen los sábados en la noche.

Si tenían una fiesta, lo mínimo era que la invitaran.

Tenía diescisiete años y era menuda. Pequeña y delgada con rostro ganchudo y nariz recta.

Tenía el cabello tan negro como el carbón y unos lindos ojos verdes que utilizaba para ligar.

Aunque a veces odiaba ligar.

Tenía la pequeña esperanza de que algún día le gustara pegar los labios a los de un chico y que las manos de éste navegaran por su cuerpo de forma incómoda.

Pero Lexi decía que tenía que aprender ahora, mientras era joven, para que luego en la universidad si ligaba con alguien no haría el ridículo.

-¡Claro! ¡Quieres que haga el ridículo ahora! -su amiga negaba con la cabeza y le hablaba como si fuese una niña de cinco años.

-No, no, no haces el ridículo porque se supone que los chicos con los que ligamos tampoco son expertos...

-Bueno, me da igual posar los labios sobre un idiota pero que me manosee como si no estuviera presente es algo distinto. Si no me gusta eso, ¿cómo quieres que folle con alguien? -y Lexi le explicaba nuevamente tonterías para convencerla.

Hasta el momento, su técnica no había dado resultado.

Fue cuando fueron a la fiesta de Elliot Flyn, que a Jade le resultó atractivo un chico.

Tenía el cabello castaño y los ojos verdes y su quijada era completamente perfecta. Parecía confiado en sí mismo e incómodo de estar entre jóvenes de 17 u 18 años, pero algo hacía allí y Jade decidió averiguarlo.

-Me lo pido a él -le dijo a Lexi en un momento dado.

-¿Follarás con él? -le preguntó la rubia sonriendo, por fin la chica se había decidido pensó, pero se desilusionó al ver que la pelinegra se encogía de hombros.

-No creo... pero me lo pido, ayúdame a hablar con él -apartó la mirada en el momento exacto que él la miraba. El color inmediatamente subió a sus mejillas pero se armó de valor para hablar con el chico.

Eres interesante, Jade, puedes hacer esto... se decía a sí misma mientras Lexi se acercaba al joven. Ella la siguió a rastras y se posó a cierta distancia mirando su teléfono pero escuchando atentamente lo que los dos se decían.

-Y qué hace un chico guapo como tú, ¿en una fiesta cómo esta? -Jade resopló. ¿No se suponía que la ayudaba a ligar? pensó en intervenir, pero se resignó a seguir escuchando.

-Estudio el comportamiento de los adolescentes... y evito hablar con rubiecitas coquetas que intentan conocer a chicos mayores -el rostro de Lexi se desfiguró y en ese mismo momento Jade se dio la vuelta para intervenir.

-¿Y no te interesaría mejor que te patearan el culo? -una sonrisa traviesa se posó en el rostro del jóven. Que hermosa es su piel, pensó Jade, pero recordó que estaba furiosa y resopló con el ceño fruncido.

Después la mano de Lexi se levantó para abofetear a el tipo y éste la detuvo en el momento justo. Con fuerza la lanzó hacia un lado.

-¿Y quién es esta chiquilla? ¿Una pulga atómica que defiende a sus amigas de un tipo abusivo? -Jade no podía estar más enojada.- de todas formas eres más guapa que la rubia.

El susurro de él llegó a oídos de Lexi y ésta le golpeó el pecho resignada -cosa que él no evitó-, para salir corriendo directo a quién sabe dónde.

-¿Que bicho te picó? ¿Vienes a una fiesta de adolescentes coquetas dispuestas a conocer chicos mayores para insultarlas y decirles que son una mierda? -preguntó Jade echando humo. Él sonrió. Ella alzó una ceja esperando respuesta.

-No, lo dijiste mal... sólo a las rubiecitas que se creen barbies, tú, en cambio... quizá eres lo que busco -Jade sentía que iba a explotar en cualquier momento. Quería ir con Lexi pero no sabía dónde se había ido y entre tanta gente iba a ser imposible encontrarla. Además quería decirle al tipo ese algo que le doliera, se quedó ahí mirándolo con rabia.

-Pues tú definitivamente no eres lo que busco -escupió cruzándose de brazos.

-Eso se puede arreglar -el tipo se acercó a ella y le sonrió tomándola de la cintura. Ella se rebatió intentando apartarse pero el chico en realidad tenía muchísima fuerza.

-¿Qué mierda haces, imbécil? -le preguntó sulfurada, golpeandole el pecho e intentando apartarse aún, tarea imposible. Él la acercó más y sintió su estómago chocando con la pelvis de él.

-Mi nombre es Damian, por cierto -comentó guiñándole un ojo y penetrándola con la mirada.

-Jade, y si no me sueltas, juro que gritaré... -atacó la joven devolviéndole la mirada con odio. - ...y hablo enserio.

-Me gustaría verla intentándolo, señorita Jade -le dijo él con cierta delicadeza, Jade sentía que en cualquier momento iba a reventar.

-¡Imbécil y caliente hijo de puta, si no me sueltas ahora soy capaz de cortarte las bolas! -gritó con fuerza para que todos escucharan, cosa bastante difícil por la música. Pero de todas formas sirvió de algo porque Damian la miró como si no comprendiera algo, y siguió sin soltarla. Sin prestar atención a los que se quedaron observando luego del grito de Jade.

-Ya la escuchaste, maricón, suéltala -Elliot. El gran Elliot acudió al rescate de Jade y Jade le estuvo enormemente agradecida. Los ojos verdes de Damian se pasaron a los de el tipo que le
habló e inclinó la cabeza hacia al lado sonriendo, cómo si la situación le pareciera graciosa.

Luego soltó Jade y ésta de inmediato le golpeó el rostro con el puño, arrepintiendose después por el dolor que le provocó a ella misma.

-Mierda -susurró tomándose la mano que le dolía. La mirada de Damian se volvió a pasar sobre Jade y le guiñó el ojo otra vez.

-Nos volveremos a encontrar, criatura... Jade... lindo nombre. -y luego de eso, se marchó con la frente en alto cómo si nada de lo anterior hubiera pasado, ni los invitados de la fiesta estuvieran estupefactos mirando las piernas de Jade temblar.

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